Soy ciclista, me gusta serlo. En dos
ruedas siento una completa, absoluta e inigualable libertad que no puede darme
ninguna otra cosa.
Soy pasajero y motor. Yo decido. Yo
me muevo.
Y por eso hay una serie de
personajes que simplemente odio.
Entendámonos: las bicicletas no
son juguetes. Son vehículos. Y existen
unas reglas de transito que deberían ser respetadas porque están básicamente diseñadas
para proteger la vida de todos: el peatón, el ciclista, el motociclista, el
conductor de automóvil. Un automóvil es una máquina que puede pesar mucho más
de una tonelada, que corre a velocidades muy superiores a las que puede
desarrollar un ciclista y ante un choque entre una maquina sobre ruedas y tu
caballito de acero, el que llevara generalmente la peor parte serás tú.
Por eso es que se sugiere usar la
mayor cantidad posible de protección cuando vas por la calle rodando: casco,
reflectivas, luces intermitentes, frenos. No es un capricho del sistema:
estamos hablando de algo que no tiene repuesto, tu vida y tu integridad física.
¿Realmente vale la pena arriesgarse?
Hay gente que cree que sí.
Los muchachos que usan Fixies son
motivo de mi odio. Las Fixies no suelen tener frenos, y funcionan mayormente
merced a impulso e inercia. Yo las detesto: ¿para qué matarte así cuando tienes
cambios que pueden ayudarte a maximizar tu fuerza y frenos que pueden
significar la diferencia entre rodar muchos días y que hagas un último viaje en
un coche fúnebre?
La moda ahora es organizar
carreras de ciclistas en las cuales todo vale. Y cuando digo todo, es todo: saltarse las
luces rojas, meterse por donde apenas si cabe uno, ir en contravía entre los
carros, sentirse malo y que la calle es de uno… olvidando al otro. Al
motociclista que por esquivarte puede matarse, al dueño del carro que va a
aumentar el odio al ciclista, al peatón al que puedes lastimar muy seriamente.
¿Justificaciones para los que
defienden este estilo agresivo e idiota de conducción? Que la ciudad es pésima.
Que las ciclorrutas están mal diseñadas. Que los ladrones aprovechan esos
carriles y es “más seguro” ( ¿?) ir en medio de los carros. Argumentos idiotas de gente idiota, del mismo
tenor que justifica arriesgar la vida para colarse en Trasmilenio para
ahorrarse el dinero: Tu vida por menos de un dólar.
¿Vale la pena el riesgo? Quizá para
ellos, que aún no entienden que uno es inmortal a los veintipocos, pero en modo
alguno inmorible.
En modo alguno.
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